Hemeroteca de la sección “crónica”

Ayer, 16 de abril de 2013, pasé la noche en el cuarto que Fernando Pessoa ocupó durante los últimos 15 años de su vida. La experiencia me dejó llena de recuerdos únicos. Acostada en la cama leí su libro Mensagem (Mensaje) y un par de cuentos de Antonio Tabucchi (un pessoano incurable). A eso de la una de la madrugada me acerqué a la cómoda, la misma sobre la que el poeta, en su piel de Alberto Caeiro, escribió de pie “El guardador de rebaños”, y tomé algunas notas en mi libreta de apuntes (regalo de Silvia Favaretto). El periodista portugués que me entrevistó esta mañana me preguntó si Pessoa se me había aparecido durante la noche, y yo le contesté con la verad: sí, el poeta vino a mi encuentro, pero transfigurado, como corresponde a un hombre que fue una infinidad de hombres. Pensé que iba a tener miedo al quedarme sola. Pero no fue así, toda la noche me sentí bien acompañada (y lo estaba).

Cuarto Fernando Pessoa 3Mi mayor gratitud para Inês Pedrosa, directora de la Casa Fernando Pessoa de Lisboa, y para su magnífico equipo de colaboradores.

La decoración del cuarto fue preparada por Paulo Cardoso, y es un homenaje a Raphael Baldoya (personaje que inventó Fernando Pessoa para desarrollar su pasión por la astrología, escribir ensayos sobre el tema y realizar miles de cartas astrales).

 

Lauren Mendinueta

Lisboa, 17 de abril de 2013

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UN RECORRIDO POR LA NOCHE LISBOETA

DEL PUERTO CON AMOR

 

Por Lauren Mendinueta

Fotografías de Vítor Quelhas

Es sábado y son las once de la noche en Lisboa. Para escribir esta crónica voy a salir con mi amiga, la novelista cubana Karla Suárez. Ella se ha ofrecido para ser mi guía en la noche lisboeta. La idea es visitar un par de bares, ir a un concierto, dejarnos llevar. La ciudad es pequeña, los lugares que frecuentan los intelectuales son pocos. Estamos seguras de que terminaremos por encontrarnos con varios amigos y amigas. Nos citamos en la Plaza Camões, en el corazón mismo de la ciudad, porque en Lisboa la noche puede empezar, y terminar, en esta plaza que lleva el nombre del poeta nacional: Luíz de Camões. La plaza está repleta de jóvenes. Durante el día estuvo ocupada por manifestantes que se quejaban de las medidas de austeridad del gobierno portugués (el ministerio de economía está a una cuadra de distancia). Los manifestantes con sus altavoces, pancartas y consigas, entonando a ratos las notas de Grândola, Vila Morena, la canción emblema de la Revolución del 25 de abril, han sido remplazados al llegar la noche por estos jóvenes que, sentados debajo de la estatua de Camões o sobre el empedrado de la plaza, beben vino barato en vasitos de plástico o a pico de botella.

"Es Karla Suárez proponiéndome que nos encontremos muy cerca de allí, en la salida del metro Chiado."

Como Karla se demora decido acercarme a un grupo de muchachos para conversar. Son universitarios, las dos chicas se llaman Rita, el joven alto y apuesto, se llama João, el bajito de gafas es Nuno (bajito y con gafas pero nada feo). Tienen alrededor de veinte años, me dicen que son estudiantes de periodismo y que están haciendo tiempo para irse a un bar en el popular Bairro Alto, el barrio bohemio de la ciudad que comienza a una calle de la plaza. A esa hora los bares ya están repletos. Son locales diminutos donde los clientes pagan un trago y salen a la calle a bebérselo. Por fortuna la mayor parte de las calles de la zona son peatonales pero, para transitar en medio de ese gentío, hay que abrirse paso a codazos. Les digo que no me gusta el ambiente de Bairro Alto. Ellos me miran con condescendencia y me preguntan qué edad tengo. Treinta y cinco, respondo. Todos asienten con cara de “es por eso, señora”. Tengo ganas de mandarlos a la mierda, todavía soy joven, ellos no saben lo rápido que pasa el tiempo y antes de que se den cuenta ya habrán cumplido treinta y cinco años. Contengo mi impulso y les pregunto qué gracia tiene pagar un trago caro para tomárselo a la intemperie en medio de una multitud de jóvenes y turistas, que impide cualquier posibilidad de conversación. Los cuatro sonríen, parece que les he descrito el paraíso. En silencio brindan por lo que les espera. Después me ofrecen algo de beber. Acepto. Por más barato que sea, el vino portugués suele ser bueno, pero este es la excepción, me sabe fatal. Los muchachos se despiden, por el precio de una copa en Bairro Alto se han tomado una botella de vino en la plaza y ahora están dispuestos a gastarse todo lo que tienen en sus bolsillos. Se alejan despacio, riendo, indiferentes, los veo fundirse en el mar de gente de la Rua das Gáveas. LX FY en ese preciso momento suena mi celular. Es Karla Suárez proponiéndome que nos encontremos muy cerca de allí, en la salida del metro Chiado. Atravieso la rua do Alecrim y encuentro a Karla justo bajo la estatua de otro poeta, el mismo que da nombre al barrio, António Chiado. A unos cuantos pasos de nosotras, un grupo de turistas hace fila para tomarse la foto con la estatua de Fernando Pessoa, el más grande poeta portugués del siglo XX. No cabe duda de que, en Lisboa, como decía la pintora María Helena Viera da Silva, la poesía está en la calle. Frente a Pessoa un conjunto musical africano se afana por llamar la atención de los turistas. Sus tambores nos traen un sabor que nos recuerda a la Habana y a Barranquilla. No son caribeños, pero casi podrían serlo. Los que definitivamente no tienen nada de caribeños son los turistas que permanecen rígidos en sus sillas del café A Brasileira.

Karla está radiante. Como de costumbre ríe a carcajadas y hace bromas. La noche promete ser una fiesta. En compañía de ella siempre lo es. Ahora soy tu guía, me dice. ¿Qué te parece si nos vamos al concierto en LX Factory? Y bastante animadas caminamos hacia la parada del tranvía.

En el barrio de Alcântara, a los pies del puente 25 de abril, LX Factory ocupa los 23.000 m2 de una antigua fábrica, hoy transformada en ciudadela cultural con librería, bares, restaurantes, almacenes de ropa y decoración, talleres de artistas. Esta noche se presentan músicos irlandeses emergentes como Ghost States (Atmospheric Electro Pop) y Ham Sandwich (Indie-Rock). Buena parte del público son jóvenes vestidos con estilos alternativos, mucha ropa negra y caras sombrías. La música suena a niveles insoportables. La cantante se esfuerza por animar el público. Nada. Todos parecen tristes. Decidimos abandonar el concierto. Las calles interiores de LX Factory son una gran exposición de grafittis, lo mejor del street art portugués. Para descansar los oídos nos acercamos a la librería Ler Devagar (leer despacio). El lugar es enorme, tiene cientos de metros cuadrados y está lleno de joyas bibliográficas. También tiene bar, cafetería y restaurante asiático. Nos tomamos dos copas de vino

"Para descansar los oídos nos acercamos a la librería Ler Devagar (leer despacio)."

mientras hojeamos libros y Karla propone dirigir nuestros pasos hacia Cais do Sodré, el puerto de la ciudad.

Es casi media noche. Es un placer caminar a esta hora por las calles empedradas, verdadero suplicio de las mujeres que usan tacones. Pero ese no es un problema ni de Karla ni mío, nosotras ya hemos vivido lo suficiente en la ciudad como para saber que si vas a caminar más vale calzar zapatos cómodos. La sensación de seguridad es absoluta mientras atravesamos las calles desiertas del barrio de Alcântara. Es una sensación que no se pierde en casi ninguna parte de la ciudad. A medida que nos acercamos al puerto la ciudad empieza a ganar vida nuevamente y, como en todo puerto que se respete, en las esquinas hay prostitutas tratando de llamar la atención de sus posibles clientes. No hace mucho un amigo me dijo que estas trabajadoras del sexo estaban atravesando una crisis tan profunda como la del país. Con la liberación sexual basta meterse en un bar para encontrar una chica que lo quiera hacer gratis, me aseguró. No sé si es verdad o si estaba alardeando. En Cais do Sodré se nota la decadencia, buena parte de los edificios están clausurados y en ruinas, pero el ambiente sigue siendo tranquilo y hasta agradable. Nadie parece incómodo por la presencia de las prostitutas. Sin duda varias de ellas han ocupado esas esquinas por una o hasta por dos décadas. Aquí ellas hacen parte del decorado. En Lisboa la decadencia está de moda.

Pension amor 2Karla Suarez anda metidísima en la escritura de su nueva novela y salió de su casa sin cenar. Tampoco yo he cenado. Tenemos horario de escritoras, nos acostamos a cualquier hora de la noche, nos despertamos después del medio día. ¿Qué te parece si hacemos una parada en Sol e Pesca? me pregunta ella. Sol e Pesca es uno de esos lugares que se ponen de moda. El local estuvo cerrado por más de veinte años y antes fue una tienda de artículos de pesca. Sus nuevos dueños aprovecharon las cañas y anzuelos que quedaron para crear el ambiente de una empobrecida taberna de marineros. Incluso conservaron el aspecto deprimente y trajinado del viejo baño del almacén (uno para los dos sexos). Por Sol e Pesca pasan muchos de los escritores, periodistas y artistas de Lisboa. Allí se puede tomar una copa y comer algo ligero. El lugar se presenta como un bar de enlatados. Y es eso lo que se come ahí. Latas de atún, sardinas, anchoas, pulpo, latas y más latas. Todas ellas escogidas de la industria orgullosamente portuguesa de conservas. Latas servidas sin ninguna pretensión en un platico pequeño y acompañadas de pan. Buena atención y precio justo. El ambiente muy acogedor. Por aquí sería normal que nos encontráramos, por ejemplo, con los escritores portugueses João Tordo y Tiago Santos y con sus amigos, las pintoras Ana Coito y Sara Máia, el periodista y productor freelance Enrique Pinto Coelho y la actriz de cine y televisión Soráia Chaves (una de las beldades portuguesas). Están todos en la treintena, son atractivos y exitosos (unos más que otros, pero se defienden bien en la vida). Y aunque son, como se dice, habituales del lugar, esta noche ni sombra de ellos. Al que sí nos encontramos es al periodista Vitor Quelhas acompañado de varios colegas. Ellos nos dicen que después de comer irán a la Pensão Amor (pensión amor). Afuera, la calle es peatonal, hay muchísima gente que toma una copa de pie y no es raro que nos encontráramos con otros amigos latinoamericanos. Casi no hay turistas, esta es una calle para quienes conocen bien la ciudad.

"Afuera, la calle es peatonal, hay muchísima gente que toma una copa de pie."

“Afuera, la calle es peatonal, hay muchísima gente que toma una copa de pie.”

Después de cenar un par de latas de pulpo y atún, convenientemente rociadas con dos copas de vino, pasamos frente al Oslo, un bar-discoteca que se quedó anclado en los años ochenta. Nosotras ya hemos estado allí con el grupo de escritores hispanoamericanos al que nos gusta llamar el Grupo de Lisboa. El mexicano Antonio Sarabia, que fue quien descubrió el sitio, con el novelista español José Manuel Fajardo, ahora convertido en nuevo lisboeta, y con los argentinos Mempo Giardineli y Natalia Porta, otros enamorados de la ciudad que no pierden oportunidad de visitarla. Aquella fue una noche loca. En el Oslo la conversación era imposible, la música estaba a todo volumen y los seis escritores bailamos la noche entera.

Es casi la una, ha llegado la hora de entrar a la Pensión Amor. Como su nombre lo indica el edificio fue durante décadas una pensión donde se alquilaban habitaciones por hora para disfrutar de los placeres de la carne. Desde hace menos de dos años es un lugar de moda que sabe explotar todo el kitsch del antiguo hotelucho. El edificio es del siglo XVIII y fue recuperado de una manera muy especial. En él nada tiene el aspecto de lo nuevo, se diría que el objetivo de la recuperación fue poner en relieve la decadencia. La pintura de las paredes está medio descascarada. Es preciso subir un trecho de escalera para llegar al primer salón. Las escaleras están decoradas con motivos eróticos. Los murales estuvieron a cargo de los artistas Mário Belém y Hugo Makarov. Son mujeres de piernas abiertas que se ofrecen descaradamente a un marinero que desde la parte más baja de la escalera las observa con avidez. También hay carteles que anticipan lo que nos espera: “Entre y vea con sus propios ojos: show burlesque”. “Zita desafía la ley de la gravedad”. “Dora la muñeca que enamora”. “Damas deslumbrantes, señoritas despampanantes, señoras excitantes

Pension amor 1

”.

La primera sala es amplia y está decorada como un burdel. Allí la gente conversa y toma una copa. La siguiente sala está ocupada por una pequeña librería especializada en literatura erótica y amorosa, Ler devagar com amor (leer despacio con amor, una sucursal de la librería que visitamos una hora antes en LX Factory). La librería está abierta hasta las dos de la mañana. Le pregunto al librero por el libro más vendido. As Gémias Marotas (las gemelas lascivas) de Brick Duna, me contesta. El librito cuesta 10 euros y tiene el formato de un álbum de literatura infantil. En la portada del libro dos inocentes gemelitas se toman de la mano, pero adentro los dibujos y las palabras se ponen calientes. En la habitación de al lado una joven lee el tarot. Aprovechando una pausa nos acercamos a su mesa. Se llama Sofia. Trabaja tres días a la semana: martes, jueves y sábado. De las diez de la noche a las tres de la madrugada. El resto de los días lo hace otra brujita, nos dice. Muchas mujeres consultan, pero también hombres. ¿Qué quieren saber? le pregunto. Amor, quieren saber sobre el amor, me responde ella con una gran sonrisa. Me doy cuenta de que las habitaciones de la Pensión Amor se alquilan para montar negocios.Además de la librería y las tarotistas hay un par de bares, un restaurante, una boutique erótica, un peluquero, una academia de bailes eróticos y próximamente abrirá un museo del erotismo. Pero algunos de los cuartos se rehúsan a perder su antigua costumbre de alquilarse por horas, solo que sus clientes son en estos días editores o poetas que los usan para presentar libros u ofrecer recitales de poesía.

"Ahí los techos de madera reproducen los motivos de la Capilla Sixtina, un toque de indiscutible ironía en un lugar que poco invita a la santidad."

Nos metemos al bar donde el burlesque empezará en pocos minutos. Ahí los techos de madera reproducen los motivos de la Capilla Sixtina, un toque de indiscutible ironía en un lugar que poco invita a la santidad. El decorador aprovechó los raídos muebles del viejo burdel y a las paredes forradas de terciopelo se les nota el paso del sol. Nos sentamos en la barra aunque cuando venimos en grupo preferimos ocupar una mesa del fondo. Estamos entre pasarnos al whisky o continuar con el vino. Decidimos seguir con el vino tinto y pedimos dos copas. No sé de quién es la música que suena. Estoy completamente desactualizada, pero me gusta lo que oigo y el volumen es el ideal para continuar con la conversación. Estamos distraídas y contentas cuando nos sorprende un amigo, escritor portugués. Le contamos que estamos espiando la noche portuguesa. Le digo que voy a publicar una crónica en Colombia. Parece que empieza a arrepentirse de habernos saludado. No pongas mi nombre, por favor, me dice. Mi novia piensa que estoy en mi apartamento escribiendo mi próxima novela. Nosotras soltamos la carcajada. Nos dice que antes de que llegáramos ya se había encontrado con varios amigos escritores, pero que todos se fueron alrededor de las once de la noche. Antes íbamos a Bairro Alto y nos quedábamos de fiesta hasta las cuatro de la mañana, agrega, pero ahora que tenemos treinta años la mayoría ha cambiado. Nos encontramos en Sol e Pesca entre las seis y las siete de la tarde para tomar una cerveza. Cenamos en el puerto y a las once nos despedimos. Es que a nuestra edad, nos dice con malicia, ya no tenemos ganas de quedarnos en la calle hasta tan tarde. “¿A nuestra edad?”. Los tres soltamos la carcajada. Por el barman nos enteramos de que José Luís Peixoto estuvo por aquí. A esta hora debe estar en algún bar de Bairro Alto. Empieza el show y nuestro amigo agarra su cerveza y se va a una esquina del salón. Tal vez tiene mejor ángulo desde allí. En el escenario aparecen un par de mujeres en ropa interior. Una de ellas toma el micrófono y empieza a cantar mientras la otra, a su alrededor, se pavonea provocadora. El volumen de la música aumenta a causa del espectáculo en vivo y nos impide continuar la conversación. ¿Habrá un lugar más decadente que este para terminar una noche de juerga en Lisboa? ¿Viejas nosotras? Jamás. Son casi las tres de la mañana y todavía no tenemos ganas de regresar a casa.

Revista Arcadia No 91 pp. 36-37

Número especial dedicado en buena parte a Portugal, país invitado de honor de la Feria del Libro de Bogotá 2013.

 

 

 

 

 

 

 

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Como les anuncié en una entrada anterior, desde el martes pasado estoy en la ciudad de Buenos Aires. He vivido un montón de experiencias inolvidables aunque desafortunadamente agarré una gripa que me postró en la cama con fiebre alta por tres días. Ahora ya estoy bastante mejor y espero recuperar el tiempo perdido en estos dos días que me restan antes de iniciar el viaje a El Chaco. Lo mejor de todo ha sido poder ver a los amigos, Mempo Giardinelli y Elsa Osorio, ambos escritores muy viajeros que por fortuna están en Argentina por estos días. También pude ver a mi casi hermana, la poeta veneciana Silva Favaretto quien se encontraba en la ciudad de vacaciones y ahora está de vuelta en Venecia.

PRIMEROS DÍAS EN LA CIUDAD

Cuando llego a una ciudad lo primero que hago es buscar los lugares que marcaron la vida y la obra de los autores que más amo. En San Petersburgo visité la casa de Ana Ajmátova y en Moscú la de Marina Tsvietáiva, por ejemplo. Los que me conocen bien sabrán que en Buenos Aires ando tras el rastro de Alejandra Pizarnik. ¿Qué he encontrado? poco, la verdad, pero mucho ciertamente. Les cuento. La primera noche en Buenos Aires cené con Mempo Giardinelli, Antonio Sarabia, Silvia Favaretto y Elsa Osorio. Durante la cena se me ocurrió preguntarle a Elsa si ella sabía qué lugares se podían visitar relacionados con Alejandra Pizarnik en Buenos Aires. Aparentemente nada más allá de la tumba en el cementerio israelita de La Tablada, me dijo. Sin embargo, la misma Elsa participa actualmente en una obra de teatro que relaciona la vida de Alejandra Pizarnik con la de Silvina Ocampo. La pieza se titula Mujeres Terribles. Alejandra es representada por Noemí Frenkel y Silvina por Marta Bianchi, con la dirección de Lía Jelín. Al finalizar la obra una periodista cultural entrevista a Elsa sobre la obra de ambas autoras y deja, incluso, un pequeño espacio para preguntas del público.

Gracias a la invitación de Elsa todos, ecepto Mempo que ya está de vuelta a El Chaco, vimos Mujeres Terribles el miércoles por la noche. Debo confesar que me emocioné hasta las lágrimas al escuchar los poemas de Alejandra recitados por Noemí Frenkel. La obra está muy bien realizada, especialmente porque sabe transmitir un buen número de datos de manera muy natural, sin que resulte evidente o pedante. La selección de textos de ambas autoras que la pieza integra en los parlamentos está muy bien cuidada, un acierto de la dramaturgia. Esa noche fue fantástica pero al día siguiente me enfermé y hasta hoy no volví a sentirme realmente bien. Pero la vida está llena de sorpresas y compensaciones. Resulta que estuve tan mal que tuve que averiguar el nombre y la dirección del hospital más cercano. Y he aquí la sorpresa: Hospital Pirovano (a dos calles de mi hospedaje). No lo podía creer, el mismo hospital donde fue varias veces internada Alejandra Pizarnik. El 26 de septiembre de 1972, día en el que se quitó la vida con 50 pastillas de Seconal, Alejandra había salido con un permiso especial del Hospital Pirovano.

LA CENA DE ANOCHE

Anoche empecé a sentirme mejor y pude aceptar una invitación para cenar en casa de Elsa Osorio. Una velada fantástica, buena mesa y excelente compañía. Justo antes de iniciar el viaje había comprado la novela La Travesía, un libro que estoy disfrutando mucho, y gracias a Elsa pude conocer durante la velada de ayer a su autora, Luisa Valenzuela.  Una mujer fascinante, elegantísima. La escuché fascinada. Anoche nos relató su último encuentro con Julio Cortazar en Nueva York (dos meses antes de la muerte de Cortazar). Fueron amigos y se tenían un gran afecto. El solo recuerdo del relato de Luisa merece una entrada futura.

LO QUE HICE HOY

Hoy, con la salud prácticamente reestablecida, y desafiando al frío bonaerense, me aventuré a pasear por la ciudad. Primero el Cementerio de La Recoleta donde me encontré con dos omisiones chocantes: ni Bioy Casares ni Silvina Ocampo tienen lápidas en los mausoleos familiares. De no ser por el guía habría sido muy difícil descubrir sus sepulturas. En cambio Victoria Ocampo tiene una placa en regla. ¿Por qué unos sí y otros no? Tengo que preguntárselo a Elsa Osorio. Luego me acerqué hasta el Río de la Plata y me sobrecogí con la turbia violencia de sus aguas. Después una visita de médico a la puerta de la casa de Borges en la Calle Maipú 994 (por fortuna existe una placa que le indica a uno que ha llegado al lugar correcto). Para cerrar con broche de oro un par de horas en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Bueno Aires). Tanto el edificio como la colección merecen grandes elogios. Voy a darles el nombre de los cuadros que más me impresionaron:

Abapuro, 1928 de Tarsila do Amaral

Desendimiento, 1929 de Alfredo Guttero

Los desastres del mistisismo, 1942 de Roberto Matta

Ícono, 1945 de Remedios Varo

Estos por nombrar tan solo algunos. De entre lo más reciente me sería imposible no mencionar la obra de Nicola Costantino: Sin título, 2000. Cuadro de técnica mixta y alto relieve que muestra una especie de tubería o útero atestado de potrillos y terneros en estado de gestación. Una obra muy bella e inquietante. En fin, que para un día de convaleciente no está nada mal el recorrido ¿verdad?

UNA SORPRESA

Una última nota de sorpresa. He preguntado en varias librerías por los libros de Alejandra Pizarnik (cualquiera de ellos) y en todas me dicen que no tienen nada. Aparentemente una de las más grandes poetas de la lengua española no ha sido editada en su país desde hace años. Por fortuna para nosotros, sus lectores, Lumen publicó en España su Poesía Completa (2001) y su Prosa Completa (2002). Que no hayan hecho lo mismo los argentinos me parece absurdo, pero quién entiende a los editores, yo no.

Ya en el siglo XIX Baudelaire en sus Consejos a los literatos jóvenes anotaba:

“Desafío a los envidiosos a citarme buenos versos que hayan arruinado a un editor.”

LO QUE VIENE AHORA

La próxima vez que suba una entrada estaré en El Chaco. Entonces ya me habré reunido con otra querida amiga, la escritora Natalia Porta. Ella es una importante gestora del Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura (Resistencia, Provincia del Chaco, Argentina), evento que este año llega a su versión número 15. Me cuenta Natalia que la asistencia a los actos del foro es masiva, digamos que puede llegar a sobrepasar los 2000 asistentes por sesión, una verdadera revolución cultural en una de las regiones más pobres del país. Será un verdadero privilegio participar.

Etiquetas: Adolfo Bioy Casares, Alejandra Pizarnik, Elsa Osorio, entrevista Lauren Mendinueta, ho15o Foro internacional por el fomento del libro y la lectura El Chaco, hospital pirovano, Jorge Luis Borges, Mempo Giardinelli, Silvia Favaretto, Sivina Ocampo, viaje literario a Argentina, viajes lierarios, Victoria Ocampo

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Escribo esta carta como respuesta a un largo comentario que me envió Javier Travieso a propósito de los diez años de la publicación de Inventario de Ciudad (ver los comentarios de la entrada anterior).

Apreciado Javier:

Tal vez publicar un libro sea para algunos lo más importante que les ocurra en la vida, aunque para el resto del mundo no sea más que un acontecimiento banal. Los libros, y más los de poesía, suelen pasar por las librerías sin pena ni gloria, y eso por no mencionar sus escasas reseñas. Inventario de ciudad tuvo sólo una que me alegró muchísimo porque apareció en un periódico nacional, aunque al final no sirvió ni para hacerme más conocida ni para que el libro se vendiera mejor. Publicamos nuestro primer, segundo y tercer libro y seguimos siendo casi tan anónimos como siempre y los escritores mayores nos continúan mirando con las mismas reservas.

Grandes poetas, y me refiero a personas que en verdad cambiaron la literatura, como Fernando Pessoa y Emily Dickinson, apenas si editaron en vida y, sin embargo, qué sería de la literatura universal sin ellos. Emily Dickinson, lo sabemos por sus cartas, se enojó con su cuñada por publicar sin su consentimiento un par de poemas suyos en un periódico local. Ver su nombre en letras de molde no ilusionaba a Emily. Me dirás que poetas como Pessoa y Dickinson son excepcionales. Te concedo toda la razón. Para los demás mortales el asunto es otro.

Publicar es bueno porque impone una distancia necesaria entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer. Cuando veo un poema mío publicado en un blog, en una antología o en un libro, no lo miro como la misma indulgencia que miro a mis hijos. Lo leo como si lo hubiera escrito mi peor enemigo y trato de ser dura en mi juicio, censurándolo, búrlándome y si es necesario renegando de él. Ya expulsé varios de mis poemas a puntapiés y no quiero volverlos a ver en mis libros futuros. Publicar no siginifica perder el control sobre lo propio. Yo nunca menciono el título de mi primer libro con la esperanza de que nadie se acuerde de que existe. Sé que Antonio Sarabia anda en busca, desde hace dos décadas, de los ejemplares que resten de su primer libro publicado, que casualmente es un poemario, para quemarlos sin piedad.
Publicar es un acto que puede traer alegrías, pero te aseguro que la mayoría son efímeras. Tengo mucho que agradecerle a mis primeros poemarios. Gracias a ellos, por ejemplo, me invitaron por primera vez a un encuentro de escritores en Europa. Aquello fue maravilloso, porque yo no tenía dinero para hacer un viaje así por mi cuenta. El viaje duró tres semanas: Viena- Graz-Venecia- Paris, y sin embargo al regresar a mi pueblo nada había cambiado. Yo había cambiado un poco tal vez, pero me parece que nadie se dio cuenta. Entendí que no escribía para comunicarme con el mundo. Muchas personas, incluidos mis padres, me dijeron que debía dedicarme a otra cosa, o resignarme a morir de hambre, pero no me importó. Yo escribía porque me sentía sola y la vida en soledad es muy dura. Escribía para llenar un vacío que me acompañaba como una marca de nacimiento.
Desde hace unos meses te leo. No sabía que tenías 19 años, te pensaba un poco mayor. Me gusta lo que haces, tienes mucho talento. Y me honra tenerte entre mis lectores. No me cabe duda que algún día publicarás tú también. Cuando mire tu libro en los anaqueles me preguntaré si publicar se ha revelado para ti como “el hecho más importante de tu vida”. Espero sinceramente que no. Que vivirás muchas experiencias más trascendentales que ésa.
En esta carta te he dejado un puñado de ideas personales, imagino que te servirán de muy poco. Para decirlo con una frese hecha: cada escritor es un mundo. Sólo me queda agradecerte que me hayas escrito, trataré de sentirme “un todo, una pieza en el genio histórico”, como me dices, pero no sé si lo lograré. No paso de ser una escritora colombiana de provincia que ahora tiene la suerte de vivir en Lisboa.
Con afecto,
Lauren Mendinueta

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Para ver mi intervención en XII Salón Iberoamericano de Gijón, el pasado domingo 24 de mayo a las 7:30 p.m, basta con hacer click http://www.literastur.tv/index.html .

La mesa en la que participé hablando sobre sirenas es la de la clausura,por tanto, la última del menún de la derecha. Intervinieron también, Eugenia Rico, Carmen Boullosa, Elsa Osorio y Luis Sepúlveda.

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Me encanta leer diarios y correspondencias de escritores. Asomarme a la vida privada y “real” de aquellos que viven de, y para, la invención de otros mundos. Algunas veces, la historia el autor llega a parecerme más interesante que sus propios libros. Recuerdo, por ejemplo, que al leer las cartas que intercambiaron Scott Fitzgeral y su mujer Zelda entre 1919 y 1940 (Grijalbo Mondadori, 1994), me encontré con una historia muy superior a todas las novelas o cuentos escritos por ninguno de los dos. La verdadera gran novela, a ratos demasiado dolorosa, la escribieron a cuatro manos. La correspondencia se interrumpió trágicamente porque Zelda murió en el hospital Psiquiátrico Highland, durante un incendio que, se ha insinuado, pudo haber provocado ella misma y en el que perdieron la vida nueve mujeres en total.
Otro libro maravilloso que les recomiendo leer es el que recoge las Cartas Poéticas e íntimas de Emily Dickinson (Grijalbo mondadori, 1996). En ellas es imposible distinguir la distancia entre la autora y la persona. Nadie como la pequeña de Amherst supo ser en su vida una absoluta unidad. Sus cartas tienen tanto interés como su poesía y fascinan del mismo modo.
El año pasado la revista francesa Belles Latinas, le pidió a varios escritores latinoamericanos que escribieran una narración autobiográfica con el tema Un día en la vida de… En exclusiva para Inventario tengo la primicia de compartir con ustedes un día en la vida del escritor mexicano Antonio Sarabia. El título de su narración es un homenaje a J.D. Salinger, y a su cuento Un día perfecto para el pez banana. La foto del pez luna, junto a Antono Sarabia, la tomó Daniel Mordsinsli.

UN DÍA PERFECTO PARA EL PEZ LUNA

Hace unos días, cansado de libretas, lápices y ordenadores, acudí a refugiarme al oceanario de Lisboa. A veces me sosiega entrar ahí, me ayuda a pensar. Me encanta introducirme en su fresca penumbra donde la luz proviene del inmenso tanque central reputado como el más grande de Europa y, después de recorrerlo un rato, sentarme a meditar en algún recoveco donde impere la quietud y el silencio. Me siento bien acompañado junto a los versos de Sofía de Mello intercalados a trechos en los amplios corredores que miran al colosal y redondo acuario. Un océano diminuto al que hay que contornar varias veces desde distintos niveles para apreciarlo por entero. Se diría que la placidez y la calma se proyectan hacia nosotros desde la dilatada pecera donde se desplazan con desmayada lentitud numerosos bancos de peces, de distintos tamaños, formas y colores. Yo me dejo seducir por la paz de sus serenos movimientos. Sigo con la vista la gran variedad de tiburones y las enormes mantarrayas aleteando mansamente hacia ninguna parte. Todos flotan leves en esa etérea transparencia en la que la gravedad parece perder toda importancia.
Las variaciones en la temperatura del agua favorecen la creación de distintos ambientes marinos permitiendo así las concentraciones de diversas especies en puntos opuestos del gigantesco embalse. Según la altura y el ángulo en que me encuentre, o el rincón desde el que mire, puedo apreciar las diversas formas de la vida oceánica. Desde las siniestras morenas exhibiendo sus feroces mandíbulas dentadas y las anguilas serpenteando entre las rocas hasta las rayas color arena con el aguijón extendido, inmóviles, camuflándose entre las piedras y corales del fondo.
Entre todos esos seres admirables sobresale la descomunal silueta del pez luna. El único ejemplar de su especie que posee el acuario. Yo lo veo como un pavoroso engendro antediluviano. Me es imposible encontrarle forma de pez, o de luna, a pesar de su blancura. Me parece más bien un lento y amorfo meteorito que atraviesa la inmensa pecera con la pesada majestad de un pálido y rugoso satélite acuático. Él es el emperador del estanque. Su enorme tamaño le hace reinar sin disputa sobre los demás habitantes a quienes parece observar con su enorme ojo fijo, igual a la claraboya de un deforme Nautilus que explorara indiferente su entorno.
Su pausado orbitar me perturba y fascina. ¿A dónde va durante ese constante ir y venir por la pecera? ¿No lo imito yo, no lo imitamos todos nosotros, en nuestro constante gravitar por el mundo? Peces extraviados en un oceanario más amplio, persiguiendo ya no se qué absurdos empeños, dando vueltas y más vueltas para retornar tarde o temprano al punto de partida: el umbroso corredor espiral con los versos de Sofía de Mello grabados en sus muros.
Esta última vez el pez luna, como si leyera mi mente, acercó de pronto su monstruosa cabeza a la vidriera. Se habría dicho que el espectador era él y asomaba lleno de curiosidad a esa otra vida que se extendía en el pasillo. Clavó en mí su repulsivo e insolente ojo negro y me sentí descubierto. ¿Sería esa la primera vez que me observaba o, habiéndome advertido durante mis anteriores visitas, se aproximaba ahora para contemplarme de cerca? ¿Qué pensaría de mi figura torpe, desmedrada, sin aerodinamismo y sin aletas que se mueve sin gracia a ras del suelo? ¿Qué historias se figuraría de mi existencia? ¿Le parecería yo más feo y repelente que él mismo?
Al cabo de unos instantes en los que permanecí paralizado de horror, se dio media vuelta y, mostrándome con desdén su aleta dorsal, prosiguió su interrumpido merodear por la pecera.
Ya no le seguí con la vista. Me apresuré fuera del acuario y no he vuelto a entrar desde entonces. Salí al sol de Lisboa y, bien instalado en su luz, me alejé a toda prisa hacia el cálido y hospitalario ambiente del Farta Brutos, mi restaurante favorito en Bairro Alto. Allí aplaqué mis angustias existenciales pidiendo al amigo Oliveira, el bonachón propietario, que me sirviera sin mayores dilaciones un buen rodaballo a la plancha.

Antonio Sarabia

El blog de Antonio aquí

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Ayer 2 de abril, en la librería Bertrand de Chiado, aquí en Lisboa, asistí a un debate sobre la publicación de blogs en formato libro. Los participantes expusieron tres puntos de vista bien distintos, aunque los tres coincidían en el hecho de ser autores de blogs. Rui Tavares, por ejemplo, tenía además la experiencia de haber publicado su blog en forma de libro con dos tiradas de 5.000 ejemplares y un resultado en ventas bastante bueno para el sector portugués. En su intervención Rui, quien además es historiador, recordó brevemente la historia de los formatos de lectura, mencionando especialmente el paso que dio la humanidad hace 2.000 años al remplazar los antiguos rollos por los libros tal y como los conocemos hoy. Comparó los volúmenes de la antiguedad (rollos en forma cilíndrica) con la lectura que hacemos en pantallas por la forma lineal de lectura que impone el formato. También, durante su intervención defendió el libro impreso, tal y como lo conocemos, como el formato más agradable de lectura.

Isabel Coutinho, por el contrario, se mostró optimista con respecto a lo que nos ofrecen las nuevas tecnologías y compartió con nosotros varios adelantos del sector. Nos dijo, por ejemplo, que ya es posible usar marcadores en los e-books, o en el iPhone, e incluso hacer anotaciones en los márgenes, lo que rompe con el obstáculo de la lectura lineal en pantalla. Recordó además que los aparatos para leer libros siguen mejorando a gran velocidad para ofrecer un brillo en la pantalla más parecido al del papel en contacto con la luz. Otro tema interesante que tocó Isabel fue el de los blogs como escaparates para los nuevos escritores en busca de lectores o, incluso, de editor, compartiendo algunos testimonios exitosos al respecto.

José Mario Silva, en cambio, nos enseñó una buena muestra de blogs portugueses editados en formato libro, algunos de ellos con tirajes que alcanzaron los 45.000 ejemplares, y planteó los blogs como espacios para compartir los procesos de escritura. Así, por ejemplo, me enteré de que mi amigo el escritor brasileiro João Paulo Cuenca había escrito un blog al tiempo que redactaba su primera novela. En este blog relataba sus experiencias como escritor, sus aciertos, dudas y dificultades, lo que le fue dando notoriedad en los círculos literarios. De esto no hace más que un par de años y ciertamente hoy es un autor bien valorado tanto en américa, donde se le consideró uno de los mejores 39 escritores menores de 39 años en el 2007, como en Europa.

Al final se habló sobre el futuro del libro impreso en papel. Salvo Isabel, que es una verdadera defensora de los adelantos, los otros participantes defendieron a ultranza el libro tradicional. Después de una hora de conversación, la moderadora Anabela Mota Riveiro, quien lo hizo muy bien, abrió el debate al público. Mientras los escuchaba, pensé que quizás ellos tres, a pesar de ser menores de cuarenta años, no eran las personas más idóneas para responder a esta pregunta. El futuro de los libros estará en manos de nuestros nietos y bisnietos, generaciones que ya nacerán con al menos un computador en casa, que aprenderán a leer en pantallas digitales y que, tal vez, estarán mejor entrenados que nosotros para leer textos largos en formatos electrónicos. Quién sabe si incluso nuestros nietos y bisnietos, no estarán fisiológicamente mejor adapatados para las nuevas tecnologías. Al comentarlo en voz alta, Anabela hizo una comparación interesante: “es como si para nosotros la lectura en pantalla fuera una segunda lengua mientras que para las nuevas generaciones puede llegar a ser la lengua materna”. Sí, algo así, sucintamente, era lo que yo quería decir.

No creo que los libros lleguen a desaparecer por completo, siempre existiremos sus apasionados. Pero el panorama editorial puede cambiar en un tiempo muy corto. Imaginemos que los libros de texto escolares pueden ir en los discos duros de los portátiles de nuestros hijos. Aquí en Portugal, por ejemplo, el gobierno ha facilitado Los Magallanes: portátiles para niños y niñas en edad escolar por 50 euros. ¿No sería mucho más barato para nosotros los padres comprar CDs con los libros escolares? ¿No nos ahorraríamos un buen número de árboles con este solo gesto? Yo creo sinceramente que vamos para allá.

Para terminar quiero aclarar que este blog no ha recibido ningún tipo de propuesta para convertirse en libro. El título del post es sólo una traducción del nombre del debate al que asistí ayer. Ahora les toca opinar a ustedes.

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Desde hace 70 años existe un proyecto, naufragado en el mar de la burocracia colombiana, para recuperar la deteriorada estructura del Muelle de Puerto Colombia. En mi país decimos que todo nos llega tarde, menos la muerte y, lamentablemente en el caso del agonizante muelle es cierto. El pasado 8 de marzo, cuando el proyecto parecía a punto de concretizarse, se derrumbaron 200 metros de la estructura. Era un desastre anunciado: no en balde la gente decía desde hacía años que el muelle ya no era de concreto sino de galleta de sal. Ahora, con un tercio de la estructura devorada por el mar, su recuperación será sustancialmente más costosa, pero al menos, y ante la inminente desaparición del Monumento Nacional, el gobierno de Colombia ha dicho que sí se realizarán las obras. Es una intervención que ha pasado de ser urgente a convertirse en obligatoria si no queremos perder la memoria histórica del que fuera uno de los puertos más importantes de Sur América a principios del siglo XX.
La Foto, una imagen tristísima del mutilado muelle, la tomé de la edición de hoy del periódoco El Heraldo de Barranquilla.

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Yo soy como el picaflor
POEMA QUE NO ES DE BRECHT

por Ricardo Bada

 

Por todo el mundo de habla castellana, y Colombia no debe de ser una excepción, circula un poema firmado por Brecht y que no es suyo, ni siquiera lo robó, como tantas veces hizo.

Es un poema datado en 1945 y que dice así, traducido por mí directamente del original:
«Cuando los nazis buscaron a los comunistas / me callé / porque yo no era comunista. //
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas / me callé / porque yo no era socialdemócrata. //
Cuando buscaron a los católicos / no protesté / porque yo no era católico. //
Cuando me buscaron a mí / ya no había nadie / que pudiera protestar».

Recuerdo la primera vez que lo vi, me eché a reír, y me preguntaron por qué tanta hilaridad después de leer un poema tan serio. “Porque no puede ser de Brecht”. Tan seguro lo afirmé que quisieron saber las razones de mi certeza. “No hay sino una: el primer verso. Brecht era un cínico de siete suelas, pero no hasta el punto de escribir un poema afirmando que se calló porque no era comunista”.

Lo cierto es que pensé que todo se reducía a un error, y ni siquiera sabía quién pudiera ser

el autor de aquellos versos, pero con una regular insistencia me seguí encontrando el poema (eso sí, siempre en español) atribuido a Brecht. Comenté el tema con mi esposa, y ella creyó recordar haberlo leído alguna vez, en alemán, en los boletines de amnistía internacional.
Le rogué que tratase de ubicarlo, se puso en campaña, y lo encontró.

El autor fue el pastor protestante alemán Martin Niemöller, uno de los pocos ciudadanos del III Reich que se enfrentó a pecho descubierto con la barbarie nazi, sobreviviendo de puro milagro a los campos de concentración en que estuvo internado: los lúgubres Sachsenhausen y Dachau.

Ahora bien: una vez establecida la autoría del poema, lo que se planteaba era averiguar cómo
y por qué había sido atribuido a Brecht. Esa indagación me llevó mucho más tiempo, pero al final descubrí de qué manera se armó este malentendido.

En la temporada teatral 62/63, la Asociación de Mujeres Universitarias de Madrid puso en escena dos de las veinticuatro piezas de la obra Terror y miseria del Tercer Reich, de Brecht. Una de las dos piezas fue La mujer judía, y el director evidentemente debía de conocer el poema de Niemöller, puesto que lo integró en la traducción del texto de Brecht.

Pero con el tiempo, lo que no pasaba de ser un legítimo recurso intertextual, degeneró en una presunción tácita de autoría en favor de Brecht. La cosa no deja de tener cierta gracia si pensamos que Brecht ha sido uno de los piratas literarios más depredadores en los anales de la literatura, que entró a saco en la obra de clásicos y contemporáneos sin ningún escrúpulo y sin ningún remordimiento. Y el que a esta genial sanguijuela le hayan hecho el regalo de un poema que no robó él mismo, no deja de ser una simpática ironía de Clío, la diosa de la Historia.

Nota: Este artículo se publica en Inventrio gracias a la generosidad del escritor y periodista español Ricardo Bada, su autor.

Etiquetas: autores alemanes, autores españoles, Bertolt Brecht, Martin Niemöller, poema que no es de Brecht, poemas sobre el tercer Reich, poemas sobre Sachsenhausen y Dachau, Ricardo Bad

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“Yo no escribo habitualmente de política pero esta noche no puedo, ni me siento dispuesto, a cerrar más los ojos a la catástrofe en el medio oriente. Esa inhumana masacre en la que la muerte de cientos, tal vez pronto más de un millar de civiles cercados en una angosta franja de tierra igual que en una ratonera, se utiliza como baza adicional en el imperdonable juego de fanatismo y poder antagónicos, la inevitable pérdida de unos cuantos peones prescindibles en el siniestro ajedrez de la muerte.” Así empieza la lúcida reflexión de Antonio Sarabia publicada esta semana en su blog, Los Convidados. Una entrada polémica que nos ayudará a ver la actualidad del conflicto con otros ojos. Léala completa en LA FRANJA DE GAZA, Y BERTOLT BRECHT

Etiquetas: Antonio Sarabia, autores mexicanosp, Gaza e Israel, Gaza. conflicto armado en Gaza, masacre en palestina, Un escritor opina sobre el conflicto palestino

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