Hemeroteca de la sección “autores salvadoreños”

Este artículo de Ernesto Lumbreras fue publicado en el periódico mexicano Milenio el pasado 10 de julio. Es un verdadero honor formar parte de esta antología.

En los próximos meses aparecerá un libro coeditado por el MACO y Almadía donde veintiún poetas escriben sobre Francisco Toledo. Ofrecemos una muestra de esa antología que celebra el mundo alucinado del artista juchiteco.

La mujer del alacrán

Javier España

A Francisco Toledo

Brinca sobre mi pecho infiel, alacrana.
Despierta mi sangre empantanada por los años
que me han convertido en carne para el cementerio,
en mi osario bendecido por la prudencia y el hastío.
Pica toda mi lujuria por cada uno de los poros,
envenéname de ti en contra del tiempo,
de mí mismo, de la noche sin noche.

Ah, ven, alacrana, es hora de morir
en los ríos suicidas del deseo,
en la axila de dios adormecido,
en la patria de tus ingles infinitas.

La rotación

Lauren Mendinueta

Según el orden del tiempo
la tarea del conejo continúa
sin tregua, circula.
Los mortales, el conejo y la serpiente,
se transformarán en lo que son
cuando pertenezcan al Ser-Nada: Errantes.
Los inmortales, Toledo, se retiran,
esconden la mano y dejan a los mortales ser.
Si miro veré al conejo
brincar hacia el pensamiento.
Toledo se ríe de sus bocas sangrantes.
Sabe que el conejo no culminará su empeño.
Sabe que la tarea es inútil e inacabable.
Se ríe de sus bocas abiertas
y de sus ojillos
que no cerrará la tierra de los cementerios.
Teme, eso sí, por la serpiente:
Ella no sabe que la muerte es juego,
que no está preñada,
que aunque siente y su presencia es cierta
ella no es real.
Toledo recuesta la cabeza en su mano
y tiembla porque conoce ciertas historias bíblicas.
Su brazo dibuja una curva,
su rostro es otra curva,
el tiempo a pesar de su empeño de rectitud
es curvo, el mundo es curvo
y se mueve sobre su eje y dibuja otras curvas
y en su curvo cerebro
un conejo devora una serpiente.
Toledo no sabe exactamente
por qué está en un poema.

Francisco Toledo

Francisco Hernández

Soy de muy pocas palabras.
Mejor un brotar de líneas
con sapos y chapulines.
¿Y si me hiciera de barro
acostándome en el suelo
con el pitote de fuera?
Me sostengo la cabeza,
se triplican los espejos
y así ya puedo imprimir
los ladridos de los perros
y las serpientes en cueros.
Escucho una tonadita
que viene desde la costa:
“Las conchas de las tortugas
también se usan como almohadas.
Las calabazas detienen
a los cochinos en brama.
Mi peine es viejo huarache
con el que se peina el mar.
Mi esqueleto está en su hamaca,
le da miedo naufragar.
Un conejo y un coyote
beben tinas de cerveza
para el calor aguantar.
Sopla un olor a mujer
de Ixtepec a Juchitán…”

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*El título ¿Hacia dónde van los animeles? proviene de un verso del colombiano Santiago Mutis Durán, quien participa en el libro de homenaje a Toledo.

Promovido por el MACO y con la complicidad de Almadía, los amigos de Francisco Toledo celebran con la edición del libro ¿Hacia dónde van los animales? 21 poetas dialogan con el arte de Francisco Toledo al genial pintor juchiteco nacido el 17 de julio de 1940. La relación con la poesía es añeja en la trayectoria y en la biografía de Toledo; desde su aparición como pintor tuvo la impronta de la literatura y de la poesía como diálogo estimulante y nutricio para su trabajo visual. A semejanza de los pintores de la llamada escuela de París, al artista oaxaqueño lo han seducido las faenas al alimón con escritores y poetas pero también, a los artistas de la ficción y del verso, se les ha antojado convocarlo para algunas de sus aventuras editoriales. Los resultados, en sus dos versiones, siempre han arrojado trabajos sorprendentes, basta echar un vistazo a libros como Manual de zoología fantástica de Jorge Luis Borges y Margarita Guerrero, Álbum de zoología de José Emilio Pacheco, Canto a la sombra de los animales de Alberto Blanco, El inicio de Verónica Volkow o carpetas como el Chilam Balam, Agüeros y abluciones de Fray Bernardino de Sahagún, Trece maneras de ver un mirlo de Wallace Stevens, Informe para una Academia de Franz Kafka o Los poemas solares de Homero Aridjis.

Con éste y otro antecedentes, un libro como ¿Hacia dónde van los animales?, que en unos meses estará en circulación, era necesario. Aparecen en sus páginas dos poetas colombianos, un guatemalteco, un cubano nacido en Zacatecas, un costarricense y 16 mexicanos; el decano del libro es Luis Cardoza y Aragón (1904-1992), además de poeta, uno de los mejores críticos de arte mexicano y uno de los primeros en reconocer y comentar con lucidez e inventiva la obra de Toledo; la poeta más joven es la colombiana Lauren Mendinueta (1977) quien pasó una temporada en Oaxaca con el propósito de escribir un libro de poemas sobre el mundo febril y alucinado que habita la gráfica del oaxaqueño. Dos de los tres poemas que aquí se publican, adelanto exclusivo para Laberinto, son inéditos. El de Francisco Hernández está incluido en su libro Población de la máscara, que Almadía ha puesto en circulación en estos días. Los otros autores son Javier España (Chetumal, Quinta Roo, 1960), quien tiene entre sus títulos Sobre la tierra de los muertos (2008) y Lauren Mendinueta (Barranquilla, Colombia, 1977), ganadora en España del VI Premio Internacional de Poesía Martín García Ramos por su libro Vocación suspendida (2008).
Ernesto Lumbreras (Escritor Mexicano)

Etiquetas: 23 de abril de 1974, editorial almadía, Ernesto Lumbreras, Francisco Hernández, Francisco Toledo, Javier España, Lauren Mendinueta, libros de poema en homenaje a Francisco Toledo, Luis Cardoza y Aragón, poemas en homenaje a Francisco Toledo, poesía y Francisco Toledo, Premio Martín García Ramos 2007, Santiago Mutis Durán

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Jorge Galán

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.Nació en San Salvador en 1973. Se graduó como Licenciado en Letras en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Por sus premios en los Juegos Florales CONCULTURA de otorgó el Título de Gran Maestre de Poesía y ha obtenido los Juegos Florales de Quetzaltenango (Guatemala, 2004) y el Premio Adonais (España, 2006). Ha publicado El Día Interminable, La Habitación, El Sueño de Mariana (novela), entre otros.

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El Día Interminable

Ayer era domingo y hoy también es domingo,
el nombre interminable de un día interminable.
La misma taza blanca y el mismo café negro
todos beben y sienten un sabor de penumbra.
Una anciana que espera los hijos que no vuelven
-ningún hijo esperado vuelve lo suficiente-.
Ciertos hombres que sueñan, no van a ningún sitio,
una fruta que cae donde nadie ha previsto,
la lentísima luna como un seno lentísimo,
emergiendo del pecho más total del poniente.

Todo sucede ahora. Todo ya ha sucedido.

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Trenes

Sólo algunos ancianos quedan en la mañana.

Ellos conversan sobre trenes, recuerdan ciertos viajes
hasta ciertos lugares que hace mucho no existen.
Visitan los cafés, las esquinas, las albas, los jardines,
Se detienen para escuchar el murmullo de las lechuzas,
para recoger una almendra del suelo humedecido,
para mostrar una fotografía que siempre ha sido antigua,
para mirar unas montañas que ya no recordaban.
Para ellos el viento siempre será un cabello largo
y el aroma de los jardines ya no será algo más que una
muchacha.
El calor para otros es una camiseta que baja lentamente,
pero ellos están fríos a la orilla de un río todavía diáfano.
No morirán esta mañana, eso lo saben, por eso están felices,
por eso están hablando que se han vuelto siluetas,
que se han tornado oscuros como sus propias voces,
que su piel macilenta se ha vuelto viento.
Sólo algunos ancianos permanecen, conversan…

Los trenes que recuerdan son cada vez más lentos.

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Solo

Quisiste abandonarte, muchacho inusitado,
y te dejaste solo.

Bien sabías lo que iba a sucederte:
nadie iba a lamentarse porque ya no distingas
las siluetas del tiempo,
porque ya no camines en la hierba,
porque ya no te sientes a esperar el invierno debajo
de los árboles.

Nadie iba a sospechar que ya no existes,
salvo tus propios ojos.

Y como ayer, hoy nada es diferente,
las ventanas del día ya olvidaron tu rostro.

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Selección del poeta Eleazar Rivera

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Eleazar Rivera
Nació en Santo Domingo en 1976. Profesor y Licenciado en Letras graduado de la Universidad de El Salvador. Perteneció al Taller de Letras TALEGA. Ha recibido los siguientes galardones: Premio María Escalón de Núñez, Premio Centroamericano de Poesía Pablo Neruda (Costa Rica, 2004) y Premio Internacional de Poesía Joven La Garúa (España, 2007). Ha publicado los libros Escombros, Crepitaciones y Ciudad del Contrahombre & Noctambulario.

Recuento de la ausencia
a Rosa y Helmut

Seis años después del adiós, resulta difícil sentarse a ver la televisión y olvidarse de todo. Resulta difícil sacudir los escombros sin pensar en el duelo de los años; y es que aquí, el tiempo no es tiempo. Las horas son grises. El reloj tiene la pausa del inanimado: se detiene; se añeja y nos martilla. Reviso los pasos, las espinas, los espejos. Con el hígado en una mano y un puñal en la otra, no hay más que el diario personal del que se desviste en la página en blanco para sangrar hasta la última palabra.
Repito: aquí el tiempo no es tiempo, es la farsa más grande que hemos inventado.

Postulado de irreverencia

Este minuto pasa golpeando. Son exactamente las horas del desconcierto. Tiembla. Esta ciudad hiede. No puedo detenerme en esta talega de desmesuras. Mi diario personal cierra lentamente sus ojos. El tambor de las epifanías luce su exangüe listón. Una bestia se postra en la entrada al infierno. Esta barca perdió sus remos en algún lugar del mar Egeo. Ulises es una sombra imaginaria con alas rotas en el último suspiro. Yo sé que se detiene el vaivén intermitente del pecho frente a la penumbra oscura de la ceniza.
Humano. Terriblemente humano. Dueño de todos los cepos, de todos los grilletes, de todos los barrotes. Mi pasaporte tiene una herida; un puñal le cortó la identidad.
Esta sonrisa tuya, no es más que una burla que me restregás en el rostro. Este escarnio tuyo, sin tentarse el hígado porque ya lo tenés cristalizado de tanta borrachera. Este destierro no es para mí. No te conozco; pero, sé que existís. En algún lugar tenemos que encontrarnos. Te invitaré a un café, a una charla, a un verso triste. Vos vas a insistir que te acompañe. No. No pertenezco a la congregación de tus desvelos. No soy tu pan diario. Puedes irte a la hora que te convenga. Puedes celebrar las misas y los novenarios que necesités para ser excomulgada. Yo seguiré aquí, palpitando como corazón que delata su último paraje.

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Hace un par de semanas recibí en mi correo electrónico un ensayo titulado La Joven Poesía Salvadoreña. En él Eleazar Rivera empieza mencionando algunos nombres de poetas ya consagrados como Francisco Gavidia, Raúl Contreras, Claudia Lars, Roque Dalton y Alfonso Kijadurias, para introducirnos en el panorama de la poesía más actual.  En su disertación nombra y se detiene en algunas de las propuestas más recientes de la poesía de su país. El ensayo trata sobre autores nacidos a partir de la década del setenta y, por tanto, representantes de la generación de posguerra. Algunos de ellos son: Krisma Mancía, Susana Reyes, Jorge Galán, Carlos Clará, Oswaldo Hernández, Alfonso Fajardo y el mismo Eleazar Rivera. Un conjunto de nombres significativo que bien puede introducirnos a la poesía reciente y en marcha de ese país espiritualmente enorme que, por geográficamente pequeñito, se le conoce como el pulgarcito de América. Gracias a la ayuda invaluble de Rivera a partir de hoy presentaré a algunos de los más jovenes e interesantes poetas de El Salvador. (más…)

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